Colombia vuelve, sonríe el ciclismo

A los segundos puestos de Urán en Italia y Nairo en Francia, hay que sumar otros resultados destacados como la segunda y la tercera plaza de Henao y Betancur en la Flecha Valona

El destino quiso que Carlos Gardel, la voz del tango, muriera en Medellín, en Colombia. Sobre su nacimiento, existe una teoría que lo sitúa en Uruguay y otra en Francia, a donde se acercó a cantar en los años veinte del siglo pasado. Era de Racing y Peñarol y le encantaba el boxeo. Pero, que se sepa, en sus viajes a Europa no forjó afición alguna por el ciclismo. Y sin embargo, sin quererlo, con su nacimiento y muerte acercó un poco a dos países amantes de la bicicleta.

Que veinte años no es nada es algo que ha quedado en el imaginario colectivo a los dos lados del charco gracias al tango. Aunque en Colombia seguramente discrepen. Para ellos, ha sido un mundo pasar tanto tiempo sin ver cómo uno de sus corredores se subía al podio de una Gran Vuelta; nada menos que veinticuatro años, desde que Fabio Parra fue segundo en La Vuelta a España.

Después de un brillante 2013, y a la espera de lo que ocurra en la ronda española, el último gran escarabajo es ahora otro. Nairo Quintana, un cuarto de siglo después de que Parra se subiera al tercer escalón de la clasificación en Francia, ha conseguido ser segundo en su primera aparición en Le Tour, tan fulgurante como prometedora; ya que, dado su potencial, no son pocos los que creen que el de Boyacá tiene una Gran Vuelta en sus piernas.

Pero Nairo no fue el primero. Antes, en el Giro de Italia, Rigoberto Urán consiguió maquillar la decepción que para Team Sky supuso la pobre participación de su líder, Bradley Wiggins. Aunque no fue el único ciclista colombiano que destacó en La Corsa Rosa. Su compañero de equipo, Sergio Henao, se vio obligado a ir de menos a más, Carlos Betancur fue quinto y en Team Colombia asomaron Jarlinson Pantano, Darwin Atapuma y Fabio Duarte.

Duarte, de veintisiete años, es el más veterano de los siete corredores citados. Las esperanzas, de cara al futuro, por tanto, no podrían ser mejores. Aunque el futuro no es más que un ideal, un sueño que está por venir convertido en realidad o pesadilla. En el ciclismo, como en la vida, es el presente lo verdaderamente importante, ese estadio que pasa de modo inexorable y se convierte en gloria o fracaso pasados.

En el caso de los ciclistas colombianos, el año vigente dificilmente podría ser más honorable, por los resultados antes comentados, pero principalmente porque no son más que la punta del iceberg de una gran temporada. Rigoberto Urán no solo fue segundo en Italia, sino que además se llevó una etapa. Carlos Betancur, además de ser quinto, se impuso en la clasificación de jóvenes y fue tercero en la Flecha Valona. En esta prueba fue segundo Henao, que logró una victoria parcial en País Vasco, donde ganó Nairo.

Henao - Nairo

Pero hay más. Del propio Nairo, que se llevó una etapa en esa misma prueba, otra en la Volta -donde fue cuarto-, una en la reciente Vuelta a Burgos, donde arrasó en las Lagunas de Neila y una última en el Tour de Francia, donde vistió los maillots de la montaña y del mejor joven. Y, en el circuito ProTour, la reciente de Atapuma en la Vuelta a Polonia, a la que hay que sumar la de Leonardo Duque en el Tour de L’Ain, carrera que transcurre por tierras galas y de buena condición, aunque no se encuentra en el primer escalafón.

Por debajo de los anteriores, aunque también rayando a un nivel aceptable durante diferentes instantes de la temporada, han estado Julián Arredondo (Team Nippo), Winner Anacona (Lampre-Merida) o el ya veterano José Serpa (Lampre-Merida), preseleccionados para el próximo Mundial de Florencia, al que, gracias al tercer puesto ranking de naciones, Colombia podrá presentar nueve corredores.

Solamente con los ciclistas que pertenecen a equipos WorldTour, al seleccionador alcanzan casi esa cifra, ya que el país cafetero cuenta con Nairo Quintana y Argiro Ospina en Movistar Team, con Rigoberto Urán -subcampeón en los JJOO de Londres 2012- y Sergio Henao en Team Sky, Cayetano Sarmiento en la Cannondale, Anacona y Serpa en Lampre-Merida y Carlos Betancur en AG2R La Mondiale, a los que hay que sumar los dieciocho ProConti.

La producción, por tanto, ha aumentado en calidad y cantidad con respecto a las dos últimas décadas, en la que destacaron escarabajos como Mauricio Ardila, Hernán Buenahora, Mauricio Soler (una etapa y montaña del Tour en 2007) Félix Cárdenas (una victoria parcial en el Tour, tres en La Vuelta y dos veces primero en la montaña) o Santiago Botero, campeón del mundo contrarreloj en 2002, ganador de tres etapas en La Vuelta a España, otras tres en el Tour de Francia y una vez campeón de la montaña en la ronda gala.

Aunque, decíamos, hablar del futuro no es más que conjeturar, en el caso de Colombia da la sensación de que lo mejor está por llegar. Nairo Quintana es la joya de una corona en la que lucen otros diamantes pulidos, como Henao, Urán y Betancur, o por pulir, como Ospina, Dayer Quintana -hermano de Nairo-, Sebastián Henao -primo de Sergio- o Juan Ernesto Chamorro.

No en vano, en las cuatro últimas ediciones del Girobio, una suerte de Giro amateur, Colombia ha cosechado dos triunfos (Cayetano Sarmiento y Carlos Betancur) y dos segundos puestos (Edward Beltrán y Winner Anacona), resultados semejantes a los obtenidos en el Tour del Porvenir, en el que Nairo y Esteban Chaves fueron campeones en 2010 y 2011, Jarlinson Pantano tercero en 2010 y Juan Ernesto Chamorro segundo el año pasado.

Junto a la sempiterna Italia y los relativamente emergentes Estados Unidos, el país sudamericano cuenta con una de las mejores canteras del panorama ciclista internacional, respaldada por un país que anhela ofrecer al mundo de la bicicleta escarabajos de nuevo cuño; de los buenos que no solo suben. Y en ello están. Quieren y están volviendo. Y si Colombia vuelve, no cabe duda, el ciclismo sonreirá.

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